Conceptos clave

La obesidad alcanza cifras muy elevadas a nivel mundial. Es un grave problema de salud pública, que se extiende a todas las edades.

El abordaje individual es importante pero insuficiente. Son necesarios planes institucionales de seguimiento y estudio, con medidas encaminadas a frenar su desarrollo.

Se acompaña de múltiples cuadros que hay que conocer para poder prevenirlos, así como abordarlos para disminuir el riesgo cardiometabólico.

Estas alteraciones metabólicas van a producir, y en muchos casos a acelerar, el desarrollo de la morbimortalidad cardiovascular.

La obesidad es una enfermedad metabólica crónica de origen multifactorial que se acompaña de diversos cuadros que afectan a muchos sistemas del organismo, produciendo un incremento importante de la morbilidad, sobre todo cardiovascular. Supone un importante problema de salud pública con gran incidencia en los países desarrollados, alcanzando proporciones epidémicas en los últimos años.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado la obesidad como el mayor problema crónico de salud pública a nivel global en adultos, que se va transformando cada vez más en un problema más serio que la malnutrición. La obesidad es la puerta de entrada para los problemas de salud y ha llegado a ser la principal causa de morbimortalidad, afectando no solo a adultos sino también a niños y adolescentes en todas partes del mundo.

La obesidad se define como un exceso de grasa corporal o de tejido adiposo. En términos genéricos, entendemos por obesidad el exceso de peso corporal, aunque inicialmente habría que separar en dos categorías: el sobrepeso, definido por un índice de masa corporal (IMC) entre 25,0 y 29,9 kg/m2, y la obesidad propiamente dicha, definida por un IMC ≥30 kg/m2. Estas definiciones se basan en datos epidemiológicos que demuestran un incremento de la mortalidad para un IMC >25 kg/m2. Sobrepeso y obesidad no son excluyentes ya que las personas obesas también tienen sobrepeso.

Ambas condiciones presentan mayor mortalidad por todas las causas y mayor riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV). También presentan mayor riesgo para otras enfermedades, como hipertensión arterial (HTA), diabetes tipo 2 (DM2), ictus, litiasis biliar, artrosis, apnea del sueño y problemas respiratorios, y para ciertos tipos de cáncer, como los de endometrio, mama, próstata y colon.

En 2010 se estimaba que el sobrepeso y la obesidad podrían causar 3,4 millones de muertes, 4 % de pérdida de años de vida y 4 % de años de mala calidad de vida (DALYS).

Definición

La obesidad se define como un exceso de grasa corporal o de tejido adiposo. Pero además de la cantidad de grasa (adiposidad), debe tenerse en cuenta su distribución y el tamaño de los depósitos.

Obesidad y sobrepeso son términos usados indistintamente, pero que no necesariamente representan la misma situación. Se puede tener sobrepeso sin ser obeso, mientras que ser obeso es tener un determinado grado de sobrepeso. Así, el sobrepeso puede deberse o no al incremento de la grasa corporal, como es el caso del incremento de la masa magra que se produce en los atletas, que tienen muy poca grasa corporal y, sin embargo, tienen un IMC superior a sujetos con mayor masa grasa corporal.

El tejido adiposo o almacén de grasa y el tejido magro son dos compartimentos primarios del cuerpo humano. El tejido adiposo es considerado generalmente como metabólicamente inactivo (en términos de requerimientos energéticos y de nutrientes) y sus necesidades energéticas primarias están a cargo del transporte de un lugar a otro.

Está formado principalmente por grasa almacenada (la mayor parte en forma de triglicéridos), por lo que los sujetos que pierden grasa reducen sus valores séricos de triglicéridos y los que ganan peso (especialmente en el área abdominal), incrementan sus niveles de triglicéridos. Además, el tejido adiposo es metabólicamente menos activo, aunque tiene un papel importante en el metabolismo hormonal (por ejemplo, en la síntesis de estrógenos en la mujer postmenopáusica) [15]. Esta es una de las principales razones por las que los individuos obesos tienen una mayor densidad mineral ósea y, como consecuencia, menor riesgo de osteoporosis y de fracturas.

El almacén de grasa corporal se localiza principalmente bajo la piel y en el área abdominal, pero grandes concentraciones se encuentran también en los músculos y alrededor de órganos como corazón y riñones.

El tejido magro está envuelto en procesos metabólicos activos y sus requerimientos nutricionales se relacionan con el tamaño del área que ocupa. Este tejido ocupa toda el área corporal exenta de tejido adiposo, siendo por tanto muy heterogéneo en su naturaleza. Está formado principalmente por músculo, hueso, agua extracelular, tejido nervioso y una variedad de órganos y células que no son adiposas. Si medimos la masa magra corporal, se puede calcular la masa grasa restándosela a la masa corporal total.

La división del cuerpo humano en compartimento graso y compartimento magro es una forma simple de conocer bajo una perspectiva anatómica algunas variables antropométricas. Así, el tejido adiposo no incluye a toda la grasa del organismo, como la contenida dentro de las células, de los hepatocitos u otras estructuras lipídicas en las membranas celulares o en el sistema nervioso.

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